Cuenta atrás

12...

El medico ha sido rotundo con sus palabras y antes de mencionar el diagnóstico ha dado algunos rodeos. Nos ha explicado que los síntomas y las pruebas corroboran el diagnostico y que este parece irrefutable: no hay duda que es Alzheimer. Ha continuado hablando sobre una enfermedad degenerativa y progresiva del cerebro que produce desorientación, pérdida de memoria y de atención y que acaba con la capacidad para razonar. Pero yo tengo la sensación que presencio algo ajeno a mí. Mi atención esta en la mesa del doctor, sobre una figurilla de bronce que representa un niño sentado sobre un ser alado a punto de alzar el vuelo. Es un vulgar pisapapeles, pero yo no puedo quitar los ojos de él, hipnotizado, prisionero de la figura. Los llantos ahogados de Elena me han devuelto a la realidad del consultorio. El médico sigue hablando, mirando a mi esposa, sobre que alternativas hay y cual es el camino a seguir, le describe algo sobre fármacos, terapias, y no sé que más, porque de nuevo la vista se me ha ido a la figurilla de bronce: esta vez me ha parecido, por un momento, que el niño esbozaba una sonrisa. De vuelta a casa, Elena, se aprieta con fuerza a mi brazo y me susurra: cariño tranquilo que lo superaremos. Lo dice con la voz temblorosa, la conozco, y sé que es porque ha llorado. Le digo ¡Claro! ¡Claro que sí!, Eso es un error, mujer, que no pasa nada, ya verás, ya verás, como no pasa nada, seguramente tengo vaga la memoria. Y en ese momento he notado que se apretaba más a mi brazo.

...11...
Han pasado unas semanas desde la visita al médico y he comenzado la terapia. Cada mañana voy solo al centro de recuperación, donde me hacen jugar con rompecabezas, tubos de colores y tonterías así. Se me hace muy pesado porque lo que yo quiero, realmente, es mirar por la ventana, pero me esfuerzo por Cristina, la enfermera que siempre toma notas y pone mucho tesón en enseñarme esos juegos. Quiero que vea que soy un buen paciente, así que cuando se descuida, hago rápido el puzzle y sigo mirando por la ventana. Los días pasan entre la terapia y la televisión. Elena, a veces me saca las viejas fotos familiares y hace que le vaya diciendo quién es cada cual. Hoy me ha mostrado una de nuestra boda: le he preguntado quién es la guapa chica que me acompaña del brazo a la salida de la iglesia y ella se ha sobresaltado un poco. Yo me he reído. A veces le gasto bromas.

...10...
Hoy es fiesta y han venido mis hijos a comer a casa. Jaime con su mujer Angela y mis dos nietos Gerard y Tino. Luis no tiene hijos, todavía. Hace poco que viven junto a Amalia y no creo que tengas muchas ganas de churumbeles. Elena ha puesto la mesa grande del comedor, como si fuera Navidad, hasta adornos de colores y fuentes con varios platos. Mis nietos se han sentado frente al televisor y andan jugando con una maquinita. Jaime y Luis me ha preguntado qué como me encuentro y les he dicho que estupendamente, que me paso las mañanas haciendo rompecabezas y soy ya un hacha en eso; les he debido impresionar mucho porque enseguida han alzado la voz para pregonarlo en voz alta y todos han venido para felicitarme muy contentos. Sentados todos a la mesa hemos comenzado a comer y le he preguntado a Elena que santo celebrábamos hoy y me ha guiñado un ojo, sonriente, diciendo ¡pero si es Navidad!

...9...
Muchas tardes y después de la siesta Elena y yo seguimos mirando y mirando fotos. Ella parece que conoce a todo el mundo y me obliga a que los conozca yo también. A veces me divierten algunos de esos retratos, aunque me cuesta reconocer quienes son, otros me dan miedo. Sin embargo Elena parece que encuentra explicación a todo en esas fotos.

...8...
Anoche soñé con mi madre. Le he contado a Elena el sueño. Estaba mi madre lavando en el río y había una enorme cesta de mimbre llena de ropa. Junto a ella yo jugaba con Bogart, mi perro. Era un día soleado y precioso pero súbitamente, como por arte de magia, algo como una nube cubrió el cielo y se hizo de noche. Bogart comenzó a ladrar sin parar y se fue corriendo y aunque me desgañitaba gritando su nombre para que volviera, él, seguía marchándose de allí. Sentí mucha pena y me puse a llorar. Entonces mi madre me acarició la cabeza y se puso a cantar alejando de mí toda tristeza.


...7...
Hoy después de la terapia he ido a jugar a las cartas con Eduardo, Julián y Miguel en el bar del Garrafó. Hemos echado un café y después la partidita. Cuando llevaba varias manos jugando, me he quedado pasmado mirando una carta, al parecer he permanecido un buen rato así, absorto en ella, como adormecido. ¿Té pasa algo? Me ha dicho Eduardo. No, no, qué va, debe ser que he dormido poco esta noche, y he tirado esa carta que me hipnotizaba al tapete para seguir la partida. Al acabar nos hemos reído un rato con las ocurrencias de Julián y nos hemos despedido hasta el próximo día. Ahora camino de casa tengo la impresión de que he ganado todas las partidas. O, bien, que me han dejado ganar. No sé. Estoy algo confuso. Quizá se lo preguntaré a Elena, a lo mejor ella lo descubre en las viejas fotos.

...6...
Me he empeñado en ir solo al mercado con el perro y Elena se ha enfadado. Siempre que quiero hacer algo se enfada. El mercado está cerca de casa y he ido dando un paseo. El problema es que al llegar no me acordaba de que tenía que comprar, así que he decidido regresar a casa. Al salir del mercado he debido hacerlo por otra de las puertas y me he encontrado en una calle desconocida. Una señora me observaba con curiosidad, así que le he preguntado si le gustaba mi perro y de paso si podía por favor indicarme el camino para regresar a mi casa; me ha mirado de forma rara y se ha marchado sin decirme nada. Creo que me he puesto un poco nervioso al darme cuenta que me había perdido. Me he sentado en el escalón de una escalera y al rato he comenzado a llorar. Al poco ha aparecido Elena: Cariño, estoy aquí, ven vamos a casa. Me he puesto muy contento. Me ha cogido del brazo y me ha llevado con ella. He intentado explicarle porqué me había perdido pero ella solo decía: está bien cariño, no pasa nada, no pasa nada. Al llegar a casa ha sacado de mi bolsillo la lista de la compra y me ha dicho algo muy extraño: cariño, nosotros nunca hemos tenido perro.

...5...
Elena me ha llevado a un bar y me ha dejado con tres amigos. No sé sus nombres, pero son muy amables conmigo. Se han puesto a jugar con cartas, como yo cuando voy a terapia y yo les he mirado muy atento. Después ella ha venido a buscarme, me ha cogido del brazo y me ha dado un paseo por calles que no conozco hasta llegar a casa.

...4...
Desde hace algún tiempo he de ir a terapia acompañada de Elena. Hay una enfermera que me atosiga constantemente para que haga tonterías con palillos y pelotas mientras ella escribe y escribe en una libreta, sin dejarme un rato mirar por la ventana. Cuando han venido a buscarme, le he dicho a ella, muy enfadado, que no quiero volver a este sitio.

...3...
Personas desconocidos han venido a casa y ella les hablaba y hablaba y yo he permanecido mudo sentado en el sillón, observando. No entendía que hablaban pero parecía que se conocían mucho entre sí. Después se han levantado y me han dado un beso, ella me ha preguntado ¿No besas a tus hijos? Y yo por no defraudarla lo he hecho.

...2...
Hoy ha venido mi madre a recogerme a la escuela y de camino a casa hemos cantado muchas canciones. Bogart, el perro, no paraba de bailar a nuestros pies. Me lo he pasado muy bien. Mi mamá sabe muchas canciones y canta muy bien.

...1
Miro por la ventana.
Ella me da un yogurt y sonríe.
Su voz es dulce y cariñosa.
Me aprieta el brazo y me besa, pero su mirada es triste: entonces yo le canto.

(c) Vicente Blasco Argente